Geología

Parque Nacional del Teide

En pleno circo de Las Cañadas te maravillas ante el imponente paisaje y la altura del enorme volcán. Los conos, el polvo silíceo, las formas abruptas del entorno que se mezclan con otras mucho más suaves por la erosión… La misma tierra que pisas merece que te agaches al instante a verla más de cerca, a tocarla y examinarla. Podrías pasar meses perdido en el Parque, y es que la riqueza geológica del Teide es infinita.

Existen diversas teorías sobre los orígenes del conjunto geológico en el que se asienta el Parque Nacional. Las dos más reconocidas defienden su formación de la Caldera de las Cañadas a partir de un deslizamiento gravitacional o de una caldera de hundimiento.

El cono gigantesco que constituye hoy el Teide es un estratovolcán originado por innumerables y sucesivas erupciones, cuyos productos han ido superponiéndose a lo largo de los siglos.

El circo de Las Cañadas está formado por dos semicalderas separadas entre sí por una alineación rocosa: los Roques de García. Estos parten perpendicularmente desde las proximidades de las Cumbres de Ucanca y son hoy uno de los elementos más característicos y visitados del Parque Nacional. En la zona que separa ambas semicalderas se formaron, posiblemente en la Era Cuaternaria, los volcanes gemelos: el Pico Viejo o Chahorra y el del Teide. De estos dos volcanes, el más occidental, el Pico Viejo, es el más antiguo y está rematado por un amplio cráter de unos 800 metros de diámetro a 3.134 metros de altura.

El Teide, más reciente, terminaba al parecer en el cráter de La Rambleta, aunque una erupción posterior dio origen en su interior a un nuevo cono de unos 150 metros de altura, denominado Pilón o Pan de Azúcar. Este cono lo remata, a su vez, un pequeño cráter de 80 metros de diámetro: el cráter del Pico del Teide.

No todos los paisajes del Parque Nacional presentan formas agudas y abruptas, ya que la erosión del viento y el agua han limado y suavizado la superficie en muchos lugares. La sedimentación de los elementos arrastrados por las aguas y el viento en el fondo de las depresiones que constituyen el gran circo han nivelado algunas, dando lugar a Las Cañadas.

Otros materiales de origen no volcánico también afectan al Parque. Es el caso del finísimo polvo silíceo o cuárcico, transportado desde el desierto del Sahara por los vientos del suroeste. Se estima que este aporte puede oscilar entre los 25 y 40 gramos por metro cuadrado y año, lo que da una idea de la relevancia que estos materiales han podido adquirir a lo largo de los siglos en la formación de los suelos del Parque Nacional del Teide.